CARTA SUPERLUMÍNICA A ALBERT EINSTEIN


¡Einstein! ¡Los neutrinos, los jodidos neutrinos! ¡Lo dejó usted todo bien atado, pero se le escaparon los neutrinos! Los científicos delCERN acaban de descubrir que estas escurridizas partículas subatómicas pueden viajar más rápido que la luz. Tienen que hacer más pruebas, dicen, ya que se han podido cometer errores en los experimentos, tanto humanos como técnicos. O simplemente puede que estén mintiendo. Porque como bien sabe, señor Einstein, en este crudo mundo nunca se sabe. Pero aparentemente, y a falta de una confirmación más sólida y concluyente, estos neutrinos han logrado adelantar a un rayo de luz en sesenta nanosegundos(con lo que han viajado 6.000 metros por segundo más rápido que la luz). Sólo sesenta nanosegundos… Algo tan ínfimo, tan poco, va a cambiarlo todo de nuevo. Si semejante hecho queda realmente confirmado, puede que nos encontremos ante el descubrimiento científico más grande del siglo y quizá de todos los tiempos. Su universo, señor Einstein, ya no sería el más moderno. Sería el momento del universo de Michio Kaku, es decir, un mundo donde nada es imposible. Todas las leyes de la física se unirían para transformarse, retorcerse, y formar otras nuevas por mitosis, haciendo realidad lo que hoy es pura magia. Es un universo de magos longevos, que pueden volar poniéndose un cinturón de superconductores a temperatura ambiente, que pueden hacerse invisibles, mover objetos con la mente, viajar en el tiempo sin despeinarse, que se protegen con campos de fuerza impenetrables, que son telépatas, se teletransportan y diseñan nanorobots que transforman la materia átomo a átomo -tal como el replicador de Star Trek-. Magos que viajan por el espacio en naves estelares impulsadas por antimateria. Un mundo de universos paralelos o multiversos o universos membrana de once dimensiones. ¿No se le hace la boca agua, señor Einstein? Si realmente estamos a punto de echar por tierra la famosa solución a sus ecuaciones que suponen que “nada en el universo puede viajar más rápido que la luz”, las cosas se pondrían realmente interesantes antes de que acabe este siglo, y entraríamos en el futuro de Nikola Tesla e Isaac Asimov. ¿Quién sabe de lo que seremos capaces dentro de unos siglos? Quizá de nada, le digo, o quizá de todo.

No limitaré la ciencia con mis teorías.
Después de comprobar incansablemente los resultados de los experimentos -se ha realizado la prueba unas 15.000 veces-, los científicos del CERN no saben qué es lo que pasa. Estados Unidos y el Japón ya están deseando reproducir el experimento y comprobar los resultados por sí mismos. ¿Realmente los neutrinos van tan rápido, tanto que superan la velocidad de la luz y viajan en el tiempo? Cuesta de creer. Va en contra de las leyes de la naturaleza, que son las que aceptamos como verdaderas e indiscutibles. Pero así es como avanza la ciencia, derribando lo inmutable, como sabe usted, y haciendo posible lo imposible. El descubrimiento podría cambiar las reglas del juego. Se podría transmitir información o materia a 300.000 kilómetros por segundo, que es la velocidad a la que viaja la luz. Afectaría incluso a diversos aspectos de la vida cotidiana, como lo hizo la relatividad especial. Su teoría, señor Einstein, decía que si algo viaja muy rápido, a una velocidad cercana a la de la luz, el espacio se contrae y el tiempo pasaría muy despacio. Para un observador remoto parecería que prácticamente se ha detenido. Y en cuanto llegásemos a la velocidad de la luz, nos detendríamos completamente. El tiempo no pasaría en absoluto. Entonces, si se supera esta velocidad, el tiempo iría hacia atrás. Es decir, que nos moveríamos más rápido que el propio tiempo. Alcanzar estas velocidades prodigiosas cercanas a la de la luz -y no dude de que las alcanzaremos-, nos permitirá viajar al futuro, ya que teóricamente, como muestra la paradoja de los gemelos, cuanto más nos acerquemos al rayo del luz, menos envejeceremos al llegar a un tiempo posterior al nuestro. No tiene ningún sentido, lo sé. Pero todo está dispuesto con precisión para que así sea.

Señor Einstein, usted tenía un lado oscuro. Se burló de todos nosotros. ¿Cómo un genio de su talla nos hizo creer que había límites en la física? Usted ya sabía que sus ecuaciones estaban incompletas. Usted ya vio, ya se percató, ya intuyó. ¡Porque usted lo cambió todo! ¿Sería por puro orgullo que nos hizo creer que nada volvería a cambiar? Las teorías de la física se perfeccionan unas a otras a medida que se van descubriendoEl poder de los dados y todas hacen su aportación a la explicación del Universo. ¿No le decían nada las locuras de la física cuántica? ¿No vio que todavía vivimos en la prehistoria? Su mundo perfecto, armonioso, sostenido por bellas columnas griegas, se venía abajo. Quizá Dios sí jugara a los dados. Quizá Él no tuviera ningún plan, señor Einstein, y la clave esté en esos malditos dados. El poder del dado es grande. Los átomos le pillaron demasiado viejo, demasiado cabezón, y sus ecuaciones no podían explicarlo todo. Ellas nos llevaron a engaño y muchos antes que usted cayeron en el error de juzgar imposibles cosas que hoy en día son habituales y todo el mundo acepta.

Ustedes los genios comprendieron, y entonces todos transformaron la realidad. Eratóstenes hizo que la Tierra fuera una esfera, Galileo nos puso a girar alrededor del sol, Darwin nos hizo evolucionar, Newton logró que las cosas se mantuvieran pegadas al suelo, Nietzsche mató a Dios y nos convirtió en superhombres, usted pegó el tiempo al espacio y dejó de ser una medida absoluta, Tesla nos mandó a volar en aviones, Georges Lemaître provocó el Big Bang, Edwin Hubble puso nuestro universo en rápida expansión y Schrödingerinventó una realidad que no existe de antemano, sino que se crea a partir de las decisiones que tomamos. Tengo la sensación de que el viaje temporal es posible. Qué son los misterios antiguos, qué es la máquina de Antiquitera o las baterías de Bagdad, esos sofisticados aparatos anteriores a nuestra era. Alguien o algo o el propio Universo quiere que nos convirtamos en verdaderos titanes cósmicos mediante la ciencia y la tecnología. Y entonces seremos nosotros quienes controlaremos los dados. Y cuando queramos jugaremos y cuando no queramos, no.

Su obra, señor Einstein, fue grande. Nos hizo meter el pie en la puerta. Abrió la veda. Las leyes de la física dejaron por fin de ser inmutables. Así que ahora vamos a elegir ignorar la relatividad especial, porque es incompatible con la mecánica cuántica y con nuestro sueño de convertirnos en gigantes cósmicos de tipo III, o IV, o V, o quién sabe. Nos centraremos en la energía del vacío, ya no creemos que el espacio sea homogéneo en todos lados. Vamos a quedarnos con la relatividad general, los agujeros de gusano y las curvas cerradas de tipo tiempo. Ahora va a entrar en juego la gravedad cuántica, y serán bienvenidas las paradojas. Será la era del caos, y no más columnas griegas de mármol. Nos adentraremos en el hiperespacio, donde las leyes de la física son meras sugerencias. Rasgaremos las entrañas del espacio-tiempo y lo manipularemos a nuestro antojo. Y tendremos taquiones si queremos, y tubos de Krasnikov. Así cogeremos a los gusanos que pretendían comernos y los pondremos a cavar agujeros en la manzana. Cogeremos la energía del sol que pretendía acabar con la especie en un mar de fuego y la usaremos para alcanzar las estrellas. ¿Quién va a pararnos ahora? ¿Los Rockefeller? Y un carajo.



El tren del futuro


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